Mis lecturas
Resumen de LOS ESPEJOS DEL CHARING CROSS de Milagros Pierna
Los espejos de Charing Cross es un libro que no te deja indiferente, fue la primera novela de Milagros Pierna y se le concedió el I Premio Galiana 1995. Milagros Pierna nació en Zamora, estudió Filología en Salamanca y ejerció como profesora de lengua y literatura en Ibiza. Muchas son las coincidencias entre su vida real y la de Charo, su protagonista, en esta novela que tiene la apariencia de una autoficción, sin serlo del todo.
Entre sus otras obras están su novela Ángel de agosto (1997) y libros de relatos como Coses de cada dia (1994) o Mitologías (1995) y su obra teatral Una blanda muerte o Melibea (1999).
Los espejos del Charing Cross – resumen completo
La voz narrativa:
Rosario Pascual, «Charo» paro los amigos, «Roser» para su marido en la intimidad, «mamá» para sus hijos, son solo algunos de los apelativos que la narradora de esta historia se atribuye. Ella cambia de voz narrativa continuamente, unas veces es la narradora, Charo yendo a la biblioteca para escribir su novela o divagando sobre el arte de escribir, sobre sus estudios acerca de los espejos en la pintura; otras veces es Charo en primera persona contando sus vivencias, sus pensamientos, sus secretos; en ocasiones es Rosario Pascual en tercera persona narrada en presente o en pretérito, siempre desde un narrador omnisciente que intercala estilo indirecto libre. Otras veces, habla su marido Fede en primera persona; otras habla Lucía, la hija de nueve años de ambos; Lucas, hermano de Charo. Y todos estos narradores conforman la voz narrativa, compleja, bien construida, como encaje de bolillos.
El Tiempo:
El tiempo es otro de los aspectos que ha sido fragmentado y revuelto como si se trataran de las fichas boca abajo en un juego de Memory. Los saltos se dan de un pasado intermedio, el del viaje con su marido a Stratford y la estancia en el hotel Charing Cross, a un pasado más antiguo, el de su vida universitaria en Salamanca; también, del pasado al presente, donde vive en Ibiza junto a su marido y sus hijos de nueve y cuatro años; pero también, del presente al pasado de su mayoría de edad, de su niñez, o al pasado cercano en el que conoció a su marido. Continuamente la narradora va dando saltos de un momento al otro en un laberinto temporal, que no deja lugar a dudas.
La historia en orden cronológico:
Charo creció en una familia protectora y tradicional, siendo la mediana de tres hermanos. En su adolescencia se enamoró de Quique, hijo del propietario de un supermercado y dependiente, algo que a sus padres les parecía poca cosa, ya que el chico no tenía estudios. Cuando Charo se fue a estudiar Filología en la Universidad de Salamanca, Quique se vio tentado por una de las mejores amigas de Charo, llamada Sonia. A partir de entonces Charo no puede evitar aborrecer a las mujeres rubias y bellas o con nombres luminosos. Cayó en una depresión amorosa y le escribió una fatídica carta a Quique en la que le prometía suicidarse si él no volvía con ella.
Quique la creyó y fue a verla, procuró animarla, pero no volvió con ella. Lo peor no fue eso, lo peor es que de vuelta a su pueblo, Quique tuvo un accidente de coche que acabó con su vida y la culpabilidad le pesará a Charo durante toda su vida creando un poso difícil de suplir con las fruslerías de la cotidianidad.
En sus años universitarios, Charo se sentía sola. Vivió con una pareja, Inés y Pepe, y con su amiga inglesa Julia, que apenas estaba por el piso, ya que llevaba una vida muy activa y viajaba a ver a su novio, que vivía en Mallorca. A Charo la visitaba su hermano Lucas, que se echó una novia, odiosa para Charo, quizás por ser rubia como Sonia, como la mayoría de las Venus del espejo, rubia en contraste con ella, que se parecía poca cosa a sí misma. Maisi, diminutivo de Soledad, fue novia de Lucas durante varios años, hasta que lo dejó por un profesor de la facultad. Más adelante, Charo se enteraría de que Lucas era homosexual y de que le fue infiel a Maisi en varias ocasiones, que ella lo sabía y lo dejó pasar por un tiempo, pero finalmente le dejó por otro. Lucas conocería a Javier, hombre con el que ha estado en pareja el resto de su vida guardando las apariencias para no disgustar a sus padres.
Charo, en tanto, suple su soledad saliendo, bebiendo, experimentando el Ménage à trois y teniendo relaciones con todo tipo de hombres, entre ellos Ricardo, un guapo «viva la vida» que le abrirá los ojos, haciéndole ver, después de que se lo hayan repetido muchas veces todos sus amigos, sus padres y su hermano mayor, que tiene que levantar cabeza y superar lo de Quique.
Al acabar la carrera, Julia se va a vivir a Londres y Charo huye de su pasado y se instala en Ibiza . Allí conoce a Fede, el amor de su vida, con el que construirá una familia. Fede estuvo casado con Margarita, otra maldita rubia, de la que Charo también tendrá celos retrospectivos, aunque ella misma se da cuenta de que no es para tanto. Su marido y ella se aman con locura y tienen muchas cosas en común, en particular, su afición a la cultura, el teatro, la pintura, la música y la literatura. A los dos años de relación se casan, no sin provocar cierto revuelo en la familia de ella por haber convivido en pecado con anterioridad.
Sin saber por qué, ella insiste en quedarse embarazada y nace Lucía. La maternidad le viene grande a Charo y es cuando vemos que se afana en ser una buena madre, pero también busca su espacio como individuo. Lucía es una niña melindrosa que prefiere a su padre, porque su madre siempre anda enfrascada en su novela en vez de jugar con ella, pero acaba dándose cuenta de que sus padres no están tan mal comparado con lo que se ve en la tele.
Cuando su hija tenía seis años hicieron un viaje a Stratford para visitar a Julia. Charo estaba embarazada de su segundo hijo, Javier, y Julia tenía dos hijas pequeñas. Disfrutaron mucho ese encuentro y también los momentos a solas de pareja que tuvieron Fede y Charo, yendo a ver obras de teatro en inglés y disfrutando el uno del otro como dos tortolitos, aunque siempre con Lucía en la mente, sobre todo, en la mente de Charo.
Antes de ser madre y durante su maternidad, Charo tuvo que pasar por el psiquiatra debido a su depresión. Su marido siempre la apoyó, pero este verano parece que ha tenido una leve recaída. Probablemente, porque ciertas visitas veraniegas le han traído demasiados recuerdos. Su amiga Nati, con la que no tiene mucho en común, pero con la que hizo buenas migas en las reuniones de embarazadas de su segundo hijo, viene a cenar a su casa y trae unos amigos de Cuenca. Curiosamente, es una pareja formada por Federico y Soledad, Maisi, la antigua novia de su hermano. Lucas también viene de visita una semana después y se reencuentran Maisi y él. Además, Soledad le cuenta a Nati ciertas cosas del pasado de Charo, que para ella son intimidades. Charo llega un momento que está decayendo, pero su marido la saca a flote, ella misma no quiere volver a las andadas, quiere estar bien. Se anima, va a la biblioteca a escribir, juega al Monopoly con su hija, se reconcilia consigo misma. Incluso acaba su novela y antes de publicarla le escribe a su amiga Julia para pedirle permiso sobre un particular, quiere incluir personajes reales en la novela y Julia es uno de ellos. ¿Qué es ficción, qué es realidad?
La novela se cierra con las divagaciones de la narradora, Charo, sobre los espejos en la pintura, el juego de espejos, de visiones más o menos nítidas, de ambigüedades varias. Fin.
lo que me gusta y lo que no
Me ha gustado mucho el planteamiento metaliterario de la novela por el cual nada es lo que parece, las apariencias engañan y los espejos esconden lo que no se ve. Es evidente que la voz narrativa es un artificio más y que el contenido de la obra tiene mucho de la autora real, Milagros Pierna, pero esta se deslinda de la narradora, que finalmente es la propia Charo, la protagonista. Me han gustado las digresiones literarias sobre el proceso de escritura y las formas en las que la voz narrativa muestra a lo largo de la novela sus argucias literarias, ya que cambia igual que los reflejos de un espejo según el punto de vista.
También me ha gustado mucho la construcción fragmentaria de los personajes, ya que proporciona al relato un misterio y lo vuelve adictivo. Va contando de a poquito todo lo que se necesita saber para que el lector reconstruya como un puzle la vida de los personajes y la trama principal.
También me ha gustado la capacidad de la autora para tejer el texto de manera compleja sin que pierda coherencia y verosimilitud y creando una atmósfera entre bohemia y cotidiana. Trata temas como la maternidad, la amistad, la infidelidad y lo hace a través de los diálogos y escenas costumbristas. Mientras que se deja en la chistera las digresiones más teóricas cuando habla de sus inquietudes intelectuales.
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