Comunicación
La comunicación atenta y la escucha atenta
La comunicación atenta
La comunicación es el proceso de conexión -tanto verbal, como no verbal, como ambas cosas a la vez- con los demás y con nosotros mismos, es decir, con nuestra mente y nuestro cuerpo. Es muy probable que hayamos mantenido relaciones en las cuales nos hemos sentido conectados, apreciados, queridos y valorados; y otras, por el contrario, en las cuales nos hemos sentido desconectados, poco valorados y nada escuchados.
También es probable que, al sentirnos amenazados por la falta de comprensión, aparezcan el estrés y el miedo, y, en un esfuerzo para evitar este malestar, reaccionemos de una manera que no sirva para la relación: culpabilizando, criticando y juzgando (reacciones automáticas habituales), provocando con estas actitudes que los demás se pongan a la defensiva y la situación se complique todavía más.
Afortunadamente, si cultivamos las habilidades que favorecen la comunicación, podemos romper este círculo vicioso y aumentar la probabilidad de que las interacciones sean satisfactorias. Cuántas más veces nos paremos y más atención atenta pongamos en las comunicaciones, pensamientos, sentimientos y sensaciones corporales, más espacio nos daremos para decidir ser asertivos y que aparezca una respuesta en vez de una reacción.
La escucha atenta
Cuando percibimos que los demás nos escuchan de verdad, nos ayudan a rebajar automáticamente los miedos y los estados defensivos. Nos hacen sentir queridos, comprendidos y aceptados. Oír es un proceso pasivo. Escuchar, por el contrario, es un proceso activo, pues supone que nos fijemos en pistas como el lenguaje corporal, el tono de voz, la expresión facial, etc. Escuchar supone que se ha tomado la decisión de hacerlo. Oír no.
El los próximos artículos seguiremos ahondando en este tema, comenzando por escucharnos a nosotros mismos.
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