Habilidades sociales
Sugerir en vez de exigir
A nadie le gusta que le exijan algo. Cuando te exigen, lo primero que se te ocurre es exigirle algo al otro… ¿qué podría exigirte yo a ti? Se levantan barreras.
Entonces, ¿por qué exigimos tanto? Porque nos han educado así, desde pequeños nos han enseñado a aceptar órdenes y llevarlas a cabo; luego, de adultos, reproducimos el mismo patrón pero al revés.
¿Cómo cambiar ese patrón? El psicólogo Rafael Santander autor del libro El arte de no amargarse la vida, nos ofrece una frase hecha, con mucho sentido del humor, que suele usar en sus terapias de pareja:
«Cariño, eres la mujer/el hombre más importante de mi vida, si tuviera que ponerte una nota, te pondría un diez; ahora bien, ya sería para matrícula de honor que… (ejemplos: expresaras la rabia de otra manera, me ayudaras en las tareas, me hablaras en un tono de voz más calmado, etc.), pero si no lo puedes evitar, yo te querré igualmente. Tú estás por encima de cualquier otra cosa.»
Un simple, «¿podrías…?», «¿qué te parece si…?», «quizás, querrías…» son otras formas más habituales para expresar nuestros deseos sin ofender y sin exigir. Lo importante es que la otra persona se sienta querida, sienta que tenemos en cuenta sus sentimientos y sus intereses.
En cuanto a los hijos, hay que tener en cuenta que, hasta la pubertad, necesitan una figura de autoridad. Pero a partir de la adolescencia, van poniéndose al mismo nivel que nosotros tanto por inteligencia como por capacidades y ahí hay que reducir la exigencia hasta hacerla desaparecer.
¿Vas a probar con tu pareja o tus hijos? Todo apunta a que funciona.
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